La belleza de un sitio se expresa de formas muy variadas y nuestra vecina Estepona es claro ejemplo de ello.
Logra ser bella cuando se acicala y se pone guapa a fuerza de cubrirse de flores y cuidar su iluminación; pero es bella, sobre todo, cuando ejerce de anfitriona con la humildad de un pueblo y la excelencia de una ciudad.
Con una belleza innata que está dada por bordear el mar, tener playas con bandera azul y un paseo marítimo poblado de Palmeras bastaría para hacerla casa de verano de cientos de miles de europeos; pero a ella con eso no le basta y busca ser destino en invierno y con sus 300 días de sol al año, no lo tiene nada mal.
Procura ser más que sol y una cara bonita y lo logra de la mano de su alcalde que por esas cosas del destino se apellida Urbano, que es el más votado de España y no cobra un euro por su cargo; los euros se los deja a Estepona y él se contenta con vivir de su trabajo como notario y registrador de la propiedad.
Y Estepona usa los euros para renovarse; para convertir su centro histórico en un paseo por la Andalucía de malvones y geranios con 120 calles renovadas, con macetas que identifcan cada una de esas calles pintadas de un color diferente, con el ruido del agua de las fuentes y pequeñas plazas que ofrecen sombra y un vergel del que nadie quiere irse.
Y usa los euros también para su Parque Botánico - Orquidario que debajo de sus tres cúpulas alberga 1300 especies de orquídeas que provienen del mundo entero y una cascada de 15 metros para que el ruido del agua tampoco falte allí dentro y por solo unas monedas se permite el acceso a ese oasis de especies tropicales que ningún turista se abstiene de conocer.
Y los euros se invierten en su pista de atletismo para deportistas de elite, construida hace menos de un año y fortalecida con aparcamientos para miles de coches y futuros locales comerciales, que ofrece un lugar de encuentro para equipos de atletismo locales y foráneos que necesiten entrenar en un sitio donde el buen clima esté garantizado.
El deportista que no es de elite, encuentra una ruta en el Corredor Litoral que ya cuenta con 18km y que tendrá 4 más en poco tiempo para recorrer andando toda la costa sin pisar la arena.
Y el arte, es como su alcalde, también urbano, porque utiliza de lienzo las fachadas de los edifcios para crear su ruta de los murales que se supera en número y en reconocimiento, porque lo que empezó siendo un aprovechamiento del espacio se ha transformado en una galería al aire libre que congrega artistas callejeros de todo el mundo en el Concurso Internacional de Murales.
Estepona construye en este momento 11 hoteles y hace frente a la crisis mundial con la certeza de que cuando todo pase, seguirá siendo la elegida por españoles y europeos para pasar vacaciones y refugiarse al sol de su benévolo invierno. Se siente segura generando plazas hoteleras, porque sabe lo que puede ofrecer en sus 22 km de arena; con chiringuitos que se debaten entre ser playa o ciudad porque tienen el mar a nada para el baño previo al “pescaíto” y el hotel a muy poco para la ducha de después.
Construye hoteles porque sabe que sorprenderá con su gastronomía innovadora que se descubre en restaurantes de diseño escondidos en pequeñas plazas y con la cocina tradicional que se sirve en sus mesones de toda la vida.
Sabe que ofrece un Puerto Deportivo con más de 400 amarres y que los domingos su puerto alberga un mercadillo donde rescatar pequeños tesoros.
Se sabe equidistante de Marbella y Sotogrande y no ignora que Málaga le proporciona un aeropuerto y Gibraltar otro, que tiene Colegios y espera inaugurar su nuevo Hospital; se sabe atractiva, joven, moderna, cosmopolita y con identidad propia.
Estepona se sabe pueblo y ciudad, mar azul y cal blanca, playa y empedrado, se sabe única y es por que Estepona, en un acto de confanza en si misma y en que todo volverá a ser normal agrega sitio para el visitante, lo quiere en casa, lo espera, lo cuida, lo recibe con esos brazos abiertos que también abrazan el mar.